La envidia es un sentimiento que puede ser muy dañino y puede paralizar la vida de una persona. Comprende de dónde viene y qué hacer para evitar ser una persona que alimenta este tipo de sentimiento.
La envidia es un sentimiento que puede ser corrosivo, ya que la persona pierde mucha energía al centrarse en tener lo que es del otro, en vivir la vida del otro. La persona envidiosa siente una pena extrema por el bienestar y la prosperidad de los que le rodean, y por ello desea la desgracia de quien despierta su envidia.
Este comportamiento no es aleatorio y tiene una explicación científica. El cerebro de la persona envidiosa funciona en una dualidad de dolor y placer. La envidia activa la misma región del cerebro donde se procesa el dolor físico: el córtex cingulado. Por ello, es una fuente de sufrimiento, con manifestaciones que pueden ser incluso físicas.
Cuando la persona envidiada experimenta una desgracia o adversidad, la persona envidiosa siente una emoción que activa la región del estriado ventral del cerebro, la que coincide con el procesamiento de los sentimientos placenteros.
El neurocientífico japonés Hidehiko Takahashi, del Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas (Tokio), demostró el funcionamiento del cerebro de la persona envidiosa mediante una resonancia magnética. Se analizaron 20 hombres y mujeres jóvenes. El estudio también reveló que la envidia nace de las comparaciones con personas similares: del mismo sexo, del mismo grupo de edad y de la misma profesión, y está estrechamente relacionada con un sentimiento de inferioridad.
Características de la envidia
Conviene recordar que no todos los sentimientos de envidia son negativos. Cuando sientes envidia de los logros de otro, y esto sirve como motivación, como combustible para el progreso, es algo beneficioso. En otras palabras, envidias, pero no deseas el mal de la otra persona.
La envidia que perjudica la vida de la persona envidiosa, la envidia perjudicial, es aquella en la que la persona desea perjudicar a quien le despierta este sentimiento. La persona envidiosa concibe formas de impedir que la otra persona prospere, planes para comprometer la imagen de la persona envidiosa y disminuir su estatus.
Cuando la envidia se vuelve patológica, puede impulsar al envidioso a calumniar, perseguir e incluso desear la muerte del envidiado. Tampoco son los casos en los que la persona envidiosa entra en una espiral autodestructiva, con síntomas de depresión, agresividad y pensamientos suicidas.
Es esencial buscar ayuda especializada cuando la envidia es perjudicial, para entender por qué reaccionas así y comprender qué tiene que ver efectivamente con tu individualidad, ya que no suele ser un problema con el otro, sino contigo mismo.
Consejos para no sentir envidia
Para deshacerse de la dañina envidia, es muy importante invertir en el autoconocimiento y trabajar la autoestima, ya que, como se ha mencionado anteriormente, la envidia es un sentimiento estrechamente vinculado a una idea de inferioridad. Y cuando el sentimiento es persistente, quizá sea el momento de buscar ayuda de un psicólogo.