La paradoja es una afirmación contraria a la opinión dominante o a un principio admitido como válido. El término también significa ausencia de nexo o lógica.
Por ejemplo, cuando el escritor Oscar Wilde afirma que «la naturaleza imita al arte», está anunciando una paradoja, ya que esto va en contra de la opinión común de que es el arte el que imita a la naturaleza. Sin embargo, la afirmación de Wilde también tiene sentido, porque quiere llamar la atención sobre el modo en que nuestra mirada ante la naturaleza está influida por las obras de arte.
En los estudios literarios, la paradoja, también llamada oxímoron, es una figura del lenguaje que consiste en la aproximación de ideas contradictorias, de modo que la expresión parece completamente ilógica, absurda o sin sentido.
La paradoja viene del latín (paradoxum) y del griego (paradoxos). El prefijo «para» significa «contrario a» u «opuesto a», y el sufijo «doxa» significa «opinión».
Por tanto, es una idea lógica que transmite un mensaje que contradice su estructura. La paradoja expone palabras que, a pesar de tener significados diferentes, están relacionadas en el mismo texto. Por ejemplo: «Cuanto más damos, más recibimos», «La risa es algo serio», «La mejor improvisación es la que está mejor preparada».
La identificación de las paradojas ha ayudado al progreso de la ciencia, las matemáticas y la filosofía. En filosofía, la paradoja es un término consagrado por los filósofos estoicos para denotar lo que es aparentemente contradictorio, pero que, sin embargo, tiene sentido.
La paradoja como figura retórica
Relacionada con la antítesis, la paradoja es una figura retórica que consiste en el empleo de palabras que, aun siendo opuestas en su significado, se funden en un mismo enunciado. Es una afirmación aparentemente verdadera, pero que lleva a una contradicción lógica o que contradice la intuición común. Algunos ejemplos de la paradoja como figura retórica son: «La nada lo es todo», «Estoy lleno de sentirme vacío», «El silencio es el mejor discurso».
Ejemplos de paradoja
La paradoja de Zenón
Las paradojas del filósofo Zenion consisten en argumentos que pretenden demostrar la inconsistencia de algunos conceptos como la divisibilidad, el movimiento y la multiplicidad.
Uno de los ejemplos más conocidos es la carrera entre Aquiles y una tortuga. En esta paradoja, la tortuga lleva ventaja sobre Aquiles, y Aquiles nunca alcanza a la tortuga, porque cuando Aquiles llega al punto del que partió la tortuga, esta ya se ha adelantado. Por ejemplo, la tortuga comienza la carrera con 100 metros de ventaja. Cuando Aquiles llega al punto del que partió la tortuga, esta ya está 10 metros más adelante. Cuando Aquiles avanza esos 10 metros, la tortuga ya ha avanzado 1 metro, y así sucesivamente en distancias infinitamente más cortas. Esta paradoja pretendía desacreditar el concepto de movimiento continuo.
Paradoja temporal
La paradoja temporal está relacionada con la ciencia ficción, más concretamente con el tema del viaje en el tiempo. En el caso concreto de la paradoja del abuelo, un individuo viaja al pasado y mata a su abuelo antes de concebir a su padre. Así, como el padre del viajero del tiempo no ha nacido, el propio viajero del tiempo no habría nacido. Pero si el viajero del tiempo no ha nacido, ¿cómo es posible que haya retrocedido en el tiempo para matar a su abuelo? Ahí radica la paradoja de esta situación.
Paradoja de los gemelos
También conocida como la paradoja de los relojes, es una conclusión de la teoría de la relatividad, según la cual, considerando a los gemelos A y B, si uno de ellos realiza un viaje espacial, a su regreso será más joven que el otro. Esta conclusión, que parece contraria al sentido común, se ha verificado en varios experimentos.
La paradoja de Epicuro
La paradoja de Epicuro se basa en tres características que se atribuyen a Dios: omnipotencia, omnisciencia y omnibenevolencia (benevolencia ilimitada). Epicuro afirma que, ante la existencia del mal, Dios no puede presentar las tres características simultáneamente, porque la presencia de dos de ellas excluye automáticamente la tercera.
Si Dios es omnipotente y omnisciente, tiene el poder de eliminar el mal y el conocimiento sobre él, pero si sigue existiendo, es porque Dios no es omnibenevolente. En el caso de que Dios sea omnisciente y omnibenevolente, lo sabe todo sobre el Mal y tiene la voluntad de extinguirlo, pero como no es omnipotente, no puede eliminarlo. En el último escenario, Dios es omnipotente y omnibenevolente. Tiene el poder de destruir el Mal y quiere hacerlo, pero no puede porque no tiene conocimiento de él.